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Asesinos en masa y trastorno mental según el FBI

Hay muchas teorías sobre qué motiva a las personas que cometen crímenes en masa. Una de las más comunes es que todos estos criminales tienen una enfermedad mental. Pero un nuevo estudio del FBI cuestiona esa noción, mostrando que la gran mayoría de los asesinos en masa no han sido diagnosticados con una enfermedad mental.

El estudio, publicado el miércoles 20 de junio, analizó 63 criminales en masa entre 2000 y 2013, centrándose en el comportamiento de ellos antes de sus ataques.

Si bien la mayoría de los asesinos experimentaron «factores estresantes» de  salud mental, como ansiedad y depresión, los investigadores descubrieron que solo un 25 por ciento había sido diagnosticado por un profesional de la salud con una enfermedad mental «de cualquier tipo» antes de un ataque.

De los diagnosticados con una enfermedad mental, tres tenían un trastorno psicótico, una condición que a veces se asocia con la violencia. Este no es el primer estudio que desvincula los tiroteos masivos de las enfermedades mentales, pero la idea de que todos los criminales en masa son enfermos mentales persiste y el FBI dice que es «engañosa e inútil».

Factores sociales y del entorno

«A la luz de la alta prevalencia de por vida de los síntomas de enfermedad mental entre la población de EE.UU., una enfermedad mental diagnosticada no es indicador específico de violencia de cualquier tipo y mucho menos de violencia dirigida», escribieron los investigadores.

«Por lo tanto, en ausencia de evidencia específica, se debe considerar cuidadosamente los factores sociales y del entorno que podrían interactuar con cualquier problema de salud mental antes de concluir que un tiroteo  fue ‘causado’ por una enfermedad mental».

Los hallazgos se producen en medio de una epidemia de tiroteos masivos en Estados Unidos. El año pasado hubo un récord de 30 matanzas masivas en el país, según el FBI. (El FBI define una matanza masiva como el asesinato de tres o más personas en un lugar público.) Este año, ha habido varios asesinatos masivos de alto perfil, incluyendo uno que dejó 17 personas muertas en una escuela secundaria de Florida en febrero, y otro, el mes pasado, donde perecieron 10 personas en una escuela secundaria en Texas.

Los asesinatos en masa han provocado llamados no solo para implementar leyes de armas más estrictas, sino también una mejor atención de salud mental para las personas que puedan estar contemplando actos de violencia. Otros se han negado a vincular los tiroteos masivos con la enfermedad mental, en parte por temor a estigmatizar a las personas con enfermedades mentales.

No obstante, si las enfermedades mentales no son un pronosticador confiable para saber si alguien se podría convertir en un asesino en masa, hay otros «comportamientos preocupantes» que quienes llegarán a serlo muestran en el período previo a un ataque, dicen los investigadores del FBI.

Señales de ‘violencia inminente’

Estos pueden ser: desde los síntomas de un posible trastorno de salud mental, a las interacciones interpersonales, la imprudencia, el consumo de contenido violento y la agresión física. El estudio encontró que todos menos tres de los criminales presentaron al menos dos de estos comportamientos antes de un ataque.

«En las semanas y los meses previos a un ataque, muchos futuros asesinos en masa muestran comportamientos que pueden indicar una violencia inminente», escribieron los investigadores.

«Si bien algunos de estos comportamientos se ocultan intencionalmente, otros son observables, y si se los reconoce y se denuncian, pueden impedir el ataque».

A diferencia de lo que se piensa, los asesinos en masa no están «completamente aislados» de la sociedad y «tienen al menos alguna conexión social con otra persona», escribieron los investigadores.

El estudio también mostró que la mayoría de los asesinos obtienen sus armas de fuego legalmente. En el 40 por ciento de los casos, el perpetrador compró un arma de fuego legalmente con el propósito específico de llevar a cabo un ataque. Treinta por ciento de ellos ya poseía armas.  Solo el 2 por ciento las compró de manera ilegal, mientras que el 6 por ciento las robó, según el estudio.

Masood Farivar, VOA

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